Mamey Colorado

De chiquito y del mamey a marañón

Marañon y jocote (cashew)

Cuentos de  Muchachos que se repiten en la memoria

"La Culpa de todo ya no la tiene el totí"

Basados en la experiencia personal del autor, - Len Zayas

En mi escuela, una institución de carácter militar que cubría toda la gama de grados educacionales en su curriculum, ahora un centro de educación superior en la provincia de Holguín, Cuba, se encontraban individuos de todas las clases sociales y económicas del país. Caso curioso que en una sociedad como la cubana (descontando la reducida 'capa' que representaban las páginas sociales del "Diario de la Marina", el diario imperialista heredado del coloniaje español, y que en contraste con el arcaico editorial del mismo, en otros aspectos constituía un clásico en materia periodística) solamente un reducido número de alumnos (y alumnas) eran de la raza negra. En mi compañía, en ese tiempo unos treinta jovencitos, que yo recuerde solamente cuatro eran mucho más oscuros que los demás. A esta minoría los llamábamos cariñosamente: ´Negritos´. He olvidado el nombre de ninguno, pero en este caso del que me refiero solo debo decir, que tiene el nombre de un famoso esclavo romano y como el tal héroe era (o es) ¡tremendo tipo!

El negrito "A "

Lo nombramos "A" por ser la inicial de su nombre. Delgado, guapetón y lo que llamaríamos años después, "Rebelde Sin Causa", nadie lo provocaba.  Lo problemático de su actitud en la escuela no era gran problema, pero sí era un dolor de cabeza en el dormitorio. Por alguna razón, que ahora comprendo bien gracias a mi experiencia de la vida, el principal encargado de nuestra compañía, todos oficiales del ejercito y maestros a cargo de la disciplina de los estudiantes, decidió hacerme responsable de la segunda compañía del batallón 4 de la escuela, (que en el tiempo que estuve en esa institución cambió de nombre al menos una vez; de Instituto Cívico Militar a Escuela Politécnica) Pero nosotros los inquilinos y los vecinos de la ciudad de Holguín, en ese tiempo en la provincia de Oriente, (en Cuba todo se cambia tanto que ya nadie sabe la tierra que pisa) la llamábamos "La Pantoja" algo relacionado con el nombre de una finca donada o algo por el estilo.

Pasar la papa caliente

Lo primero que hice como Teniente estudiante fue tener una conversación con "A" para convencerle de que cambiara su nefasta actitud de busca pleitos. Le aclaré que yo, como estudiante al igual que él, tenía ciertas prerrogativas de las que carecían los instructores y era que aparte de ser todos honorables y decentes individuos, no estaban autorizados a castigar corporalmente, bajo circunstancia alguna, a ningún alumno.  Yo en cambio, gracias a ser simplemente cliente de la institución, le podía romper la cara a cualquiera de mi tamaño (todos éramos, según la división por grupos o compañías, más o menos de la misma edad) y dispuesto a pagar las consecuencias, inclusive de que fuera yo el que necesitara una visita al hospital.     "A" ya conocía de mí por pertenecer ambos al mismo dormitorio por al menos seis meses. Además, él sabía que yo era defensor de los más débiles,  aun antes de mi promoción. Y como tal preparado a forzar respeto con mi actitud y destreza física.

Como decía al principio, solamente cuatro alumnos de la raza negra eran parte de nuestra compañía, dos de ellos pertenecían a un grupo que tratábamos de servir como ejemplo de lo que era respeto entre iguales y buenas costumbres por los que el nombre de nuestras familias representaba en la escuela. (algunas veces salíamos de esa jurisdicción) 90% del tiempo había que imponerlo a garnatones y 10% con palabras. Entre todos éramos como cualquier familia, este grupo contaba con lo mejor de toda la institución. Unos diez cuyos nombres eran conocidos en sus respectivas provincias.  Corto de pedir para "A" su expulsión o traslado a una institución con una disciplina conocida como "reformatorio", no veía solución. La dirección de la escuela me dejó sin ayuda con el problema. 

Para muestra con un botón:

Consideré que "A", un muchacho inteligente, noble y afable (el lado bueno desde luego) merecía que lo entendiéramos y formara parte de nuestra comunidad. Lo nombré mi asistente (subteniente de compañía) con el permiso del señor Sánchez, un instructor que era como un padre para toda la compañía. Esa promoción no ayudó, más bien se convirtió en una pesadilla. Como castigo a sus infantiles fechorías le reduje el grado a "sargento de cola", encargado de mantener un ojo en los últimos arribos, que pasa eran los más indisciplinados y picapleitos.

Un domingo regresaba de mi día de asueto en Holguín gracias a la generosidad y confianza de mis padres que firmaban el permiso para yo poder salir con mis compañeros, y que salvo los eternos altercados con los militares holguineros, los cuales nos trataban muy bien pero que gracias a la sumisión típica de los militares, no concordaba exactamente con nuestra educación militar, que pasa estaba ampliamente "envenenada" con la rebeldía típica de los estudiantes y la gallardía juvenil y rebelde de esos años. (ya desaparecida del mundo gracias a la tecnología que ha convertido a los jóvenes del mundo en parlantes de textos estúpidos, silenciosos y auscultados por los hermanos mayores)

Pues me encuentro en el dormitorio con los doce de la cola arrodillados frente a sus camas y mi segundo asistente "A" con un cinturón en la mano paseando el salón de arriba abajo, al estilo de algunos coroneles norteamericanos en las películas, v.g.: Patton. La mezcla entre ira, desconcierto y ¿qué rayos pasa? Me dejó sin palabras. Le grité – ¡"A" a la biblioteca! - Y con toda tranquilidad me siguió al salón de estudios (lo llamábamos biblioteca por lo abundante en libros) gritando de forma mesurada y graciosa: ¿que pasó con negrito?

La Anécdota del título.-

Una vez lo invité al comedor  vacío dentro de ciertas horas y solamente accesible a los trompetas, empleados y personal del lugar. "A" se sentía contento con todo lo que fuera contra el sistema y si yo (o cualquiera) lo invitaba, por ejemplo,  a fumar un tabaco en las oficinas del comandante de la escuela, él lo aceptaba sin pensarlo dos veces. Como si fuera la cosa más natural del mundo. La razón de nuestra conferencia privada se debía al descubrimiento que pasó a ser parte del folklore estudiantil y como tal vergüenza del claustro. 

Resultó que apareció un saco de azúcar lleno de mangos detrás de un escaparate en el dormitorio. Era tan absurdo el hecho que todo el mundo pensó en "A". Cualquiera se llevaba un mango de la mata y lo escondía con la ropa sucia hasta llegado el momento propicio para ingerirlos. Uno o dos mangos… ¡pero un saco con 20 o 30 mangos! … El olor cubría todo el salón y de sus treinta camas. El instructor de guardia nos reclamó, (casi todos tenían apodos dado por los estudiantes) "A" se refirió al instructor por su sobrenombre,  así que para nuestra historia es solamente un instructor, él lo sabrá si leyera la presente. Me dijo que todo acusaba a "A" "porque tenía problemas mentales"

Y "A", desde luego, lo negaba. En definitiva me preguntó otro instructor que llegó a la oficina qué si yo sabía quién era el culpable.- No- contesté- pero lo puedo encontrar. Me insistió en que lo informara y le expliqué que yo era responsable pero no chivato (chiva, soplón, sapo o como le digan en otros lugares) Lo dejaron a mi cargo. "A" me dijo que tenía un sospechoso, "fue un negrito" me dijo.

Le dije que eso era una tontera por dos razones, primero de los cuatros "negritos" en mi área el único desquiciado era él, segundo a los otros tres los conocía por años y respondía por ellos porque los tres eran de los más  honorables y decentes en toda la escuela. (Cosa que la vida ha probado) Proseguí.- "Di que fue un "blanquito" (lo contrario de negrito y más a tono con el resto de la compañía)  De esa forma  puedo escoger entre el resto y como son tantos (26) me puedo zafar sin castigar a ninguno o ligeramente a todos, por lo tanto nadie es culpable."

Contesta de "A": "En ese caso seré mas preciso, fue el albino de la cola"

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"A" por razones familiares e independiente de su comportamiento salió de la escuela. Nadie pidió su traslado, según el claustro, sencillamente por ser su padre empleado de una persona importante del Ministerio de Educación. Razón en cualquier lugar del mundo para ser bautizado y con ello conseguir padrino. En retrospectiva noto que todos los compañeros lo queríamos por ser un buen amigo y buena persona. Algunos comentábamos que probablemente llegara a ser un individuo importante bajo ciertas circunstancias: si estudiaba en los EE.UU. y no le tuviera miedo a los perros. O si usaba su inteligencia y habilidades para el bien común y por último si Cuba se volvía comunista. Razones todas que parecían imposible en ese momento. Creo que "A" ha navegado con suerte.

Epilogo.-

Las crisis en los Estados Unidos y las reacciones de sus lideres me recuerdan de "A". 

(sería un épico narrar cada una de esas crisis ciertas o creadas) Pero hay simple ejemplos.-

La rapidez de Kennedy decidiendo que Girón era la respuesta para recuperar a Cuba al redil, sin pensar en los cientos de variables del resultado en una guerra, desde perder o ganar hasta las conmociones que las luchas con invasores causan en una sociedad.

La agudeza de G.W.Bush en reconocer, en horas, quién y por qué del asalto a las torres gemelas en Nueva York.

 Obama con Ucrania. Un presidente cuyo país ha invadido, ilegalmente como todas las invasiones, a medio mundo.- Echar la culpa de todos los errores en que ha caído Ucrania durante los últimos meses de tentaciones del cartel europeo, al presidente Putin, al cual no puede acusar, ni siquiera del aburrido y obsoleto epíteto de "comunista"

"La culpa ya no es del totí, ahora es del rubio de la cola"

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Len Zayas es el editor de lzayas.com

Marzo 2 del 2014

"No es lo mismo doce millones de dolares que dos semillones de mamey"

Curiosidades de experiencias vividas por el editorOriental Park (hipódromo de Marianao) donde antes del 1959 se celebraban carreras de caballo, campeonatos de boxeo y otras atracciones.Tropicana, el cabaret de las estrellas mundiales en La Habana, Cuba año 1950-

 Len Zayas Edición Española    Len Zayas English edition